domingo, 8 de enero de 2012

GRACIELA MATURO




GRACIELA MATURO nació en Santa Fe en 1928. Es poeta, escritora, estudiosa de las Letras y catedrática universitaria. Su obra publicada abarca la investigación, la crítica literaria, el ensayo y la poesía. Ha publicado en poesía: Un viento hecho de pájaros (1960), El Rostro (1961), El mar que en mí resuena (1965), Habita entre nosotros (1968), Canto de Eurídice (1982), El mar se llama ahora con tu nombre (1993), Memoria del trasmundo (1995), Orfeo canta (1995); Cantos de Orfeo y Eurídice (1996), Nacer en la palabra (1997), Navegación de altura (2004), Antología poética (2008). Son numerosos sus libros de ensayo y estudios literarios. Dirigió las revistas Azor (1960-1963) y Megafón (1975-1989), y la colección Estudios Latinoamericanos editada por Fernando García Cambeiro.





Gira la rosa ciega

Amor del mundo
indiferencia del mundo
el sol calienta
se acoplan los insectos
todo murmura, corre, se funde,
se rehace
Adónde van los ríos quietos de los metales
el pasto ingresa en un caballo oscuro
la sal entra en el pasto
unas palabras vienen hacia mí
las flores se agitan como lámparas
todo se mueve, gira.
Su centro es invisible
A veces sopla el amor
y comprendemos
después todo es igual
la rueda de las maravillas
mueve sus flores de horror
sobre un gran río de agua negra.



El rumor de la rosa

Escucha su rumor.
Es una rosa que es un trueno que es un pájaro,
un bramido que crece como un bosque.
Una estrella que ruge,
un incendio nacido de un invisible corazón.
Escucha su rumor, nada viene a acallarlo.
Ni el ruido del fusil, ni el miedo, ni la noche,
ni la dura palabra de los sagaces.
Nada viene a curar esta llaga esta rosa
madera cruz ardiendo en la tormenta
furia del huracán que entremezcla los tiempos.
Flor de la tempestad
estallando entre lápidas de mármol,
manchando con su púrpura de amor
las inscripciones muertas.
Es una víscera caliente,
un corazón de todos y de nadie
nacido del calor de una muchacha
que amamanta  su hijo a la intemperie.
Crecido en la soledad del hombre,
amargo del dolor del que nunca descansa,
oscuro en la negrura de una mano aterida.
Rosa oscura naciendo del fuego callado de los pechos
nutrida en el delirio, en la esperanza.
La lluvia cae indiferente sobre los signos del despojo.
Un gran silencio llega, mojado de neblinas
en la oscuridad del invierno.
Oye el rumor de la rosa que despierta.
Es una loba ardiente que alimenta
a las  auroras del futuro.




Las mariposas

Las mariposas siguen
ardiendo
sobre los radiadores de esas máquinas
que los hombres llaman automóviles
Arden hermosamente
junto con nuestras trenzas, con las hojas
recogidas en el parque al atardecer,
con los cuadernos dibujados y el sueño
de las adolescentes
absortas de amor
que sabían mirar desde el lado del pájaro.
Arden aún con sueños que resplandecen.
Es su manera de existir
de decir su delirio  entre los muebles
que crujen en el alba
entre los libros fósiles
desordenados en los viejos pupitres.
Ese minuto de su muerte dura para nosotras
es un rito
reconocido por dos chiquillas  que se encuentran
en un lugar sin  tiempo
para volver al parque donde un árbol espera
y descubrir  que nada está perdido
que nunca nos alejamos de su sombra
y estamos aquí
danzando
esperando a los ángeles
entre alacranes insomnes
y mariposas que se suicidan.




Poema a Baltasar

Nadie supo tu nombre.
Tampoco yo que por amor te nombré Baltasar.
No sé cuándo te fuiste de mi balcón,
de este planeta confuso,
ni en qué espacio de lo infinitamente abierto
mora tu alma de felino silencioso y bello.
Me falta hoy tu pecho de carbón
el fulgor de las brasas amarillas de tus ojos
y el ondulante andar de tu cuerpo
sobre la reja.
Me falta tu mirar desde lo alto del muro
tan cotidiano como el café y el pan de las mañanas.
Tu compañía irónica y distante
tu presencia a un lado y otro de mi casa
consuelo secreto de mis días.
Estabas allí,
durmiendo sobre la frescura del trébol
o velando en el techo con tu pelaje negro
leonado bajo el sol.
Adiós hermoso amigo.
No pudimos despedirnos.
Acaso abierto al viento de la eternidad
puedas escuchar la voz de esta amiga extraña,
esquiva,
sola.

1 comentario:

  1. ¡Hermosos poemas! En especial, quedé impresionado por "El rumor de la rosa". Espero que sigamos teniendo más Graciela Maturo a la brevedad.

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