
LOS DIOSES Y LA INDULGENCIA
Nos duelen los muertos
Recorren nuestras venas
como océanos del canto
Y giran
y claman sueños doblegados
infinitos
Soles
Muros solitarios y dudosas calles
Laberintos oscuros
Ninguna puerta descubre la otra orilla
Multitud de voces
toda la sangre puesta en los ojos
del tardío consuelo
Templos vacíos
pocos dioses para tanta indulgencia
HABLA GALILEO
Si mudo de palabras
si el astro no fue fiel a los dogmas
y en el frágil andamio abundan los culpables
Si me absuelven
si del rostro del verdugo no nace la vergüenza
crecerá el silencio
el disfraz del olvido vestirá la memoria
Y fantasmas habrá
y una antigua pesadilla que los invente
y días nefastos alimentarán el caos
Jardín lento
amanecí desde lo profundo y el tiempo y la palabra y el alma roja del jardín lento y su esqueleto de niebla y los ojos de los pájaros consumieron la lluvia y su rostro de piedra maltratado rostro y el alma roja del jardín lento y su sombrero de aire a la deriva y su nube de espanto como azorado planeta abandonaron sus cauces y nacieron testigos del infierno y días del precario universo me despojaron del cuerpo vital
adiviné un caluroso mediodía con apariencia humana y olvidé prejuicios y sediento y vagabundo recorrí como tren peregrino el alma roja del jardín lento mientras devoraba el pasado y su memoria infinita y navegué el espacio y elegí el destino con aire de siglo
apagué la niebla oscura del canto infinito de la tarde mientras el alma roja del jardín lento dormía en las estaciones mudas de las ramas como el pájaro duerme en el hueco débil del sol desesperado e inútil del crepúsculo
atravesé sueños y la noche como el ave y su ventana que huele a siglos y arrastra y duele y el alma roja del jardín lento como algo muerto y solitario hablaba desde un muro que sangra
Ojo Avizor
1.
Antes que el alma
localizara el punto mínimo
de su universo
el ojo ya lo había devorado
2.
Frente a la inmensidad del mar
y de mi propio abismo
siento caer el día
Y veo su gota helada
a través de los huesos
percibida por el ojo avizor
Siento caer el día, pálido rostro
carcome el tiempo y medibuja
en el entero cuerpo de la muerte
Siento caer el día como
un avaro de brazos largos
Invitados a la última cena
Frente a un grabado de Escher
Cielos y escaleras giran y giran
cielos e infiernos, ángeles y demonios
giran y giran
cielos imaginarios, infiernos imaginarios
escaleras imaginarias, suben y bajan
giran y giran
Algún día, alguna historia apocalíptica
real o irreal
u odioso destino o muerte tenazmente puntual
los sorprenderán junto al olvido
frágiles pasajeros de la lluvia
Los sorprenderán junto al olvido
palomas de fugaces sueños
El día menos pensado
aparecerán en nuestras mesas
invitados a la última cena
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