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Norberto Barleand |
VOLVER AL HOMBRE
I
Entonces era posible
el canto,
el amor,
la poesía.
Era, entre muchos,
un todo de sueños,
un paisaje con cisnes.
Era posible saltar erguido
con todas las caricias
en la placidez de la tarde.
Volar en un cielo
opulento,
de susurro azul esperanzado.
Era todo Espacio,
página,
labio
donde transitaba la melodía del viento.
Era sombra,
certidumbre,
plenitud
en la fértil sonrisa del futuro.
II
La belleza de ser,
en ilusiones primarias,
apartando el Horror,
la llama,
la estopa y la ceniza.
La fatuidad del surco,
su infamia.
La membrana atroz de la ignominia,
su pereza de engaño
y prepotencia.
Volver al hombre.
Simplemente restituírlo
a la raíz milenaria de su ternura,
a la profundidad de sus lágrimas,
a la intemperie de Hambre.
Volver al Asombro,
a la soledad,
al tiempo.
Volver para siempre,
a las ansias sublimes,
insignes y extremas,
definitivamente.
ALFORJA DE SUEÑOS
Ofrecí los claveles,la premura, los hijos
convoqué las alforjas
de una mesa con sueños.
Solo vos
el abismo,
andar los caminos entre saltos y tumbos
por atajos del aire.
Era oscuro el bordado
del mantel que tendimos
en las noches de lluvia
en los días de calma
por los huecos que escuchan
el clamor y los ruegos.
Te busqué entre las ramas
y los bosques del alma
entre pinos del rocío
a la luz de los sauces.
Habías fugado
con intriga y ninguna palabra,
al candor del recuerdo
a poblar otra mesa
a beber otro vino
BRASAS DE SEPIA
¿Dónde están las criaturas,los cráteres secos
con su larva de luto
y las brasas sedientas
negras de miseria?
¿Dónde el fervor
de los jóvenes sueños
archivados de sepia?
como explicar la tragedia y la nada.
Estas horas desiertas,
estos músculos quietos
y una breve ceniza
consumida en la pena
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